Hace unos días, hablando con un amigo, salió el tema de los distintos tipos de cuchillos criollos: verijeros, facones, puñales y las diferencias entre los botones de los cuchillos uruguayos y argentinos. Por ahí surgió también otro tipo menos conocido: el cuchillo de campo. A todo eso recordé que hacía fácilmente unos diez años había encontrado uno de ellos en el rastro de Montevideo, y que estaba durmiendo plácidamente en un cajón, así que se me ocurrió mostrarlo, ya que no son muy vistos.
Veámoslo:
Sencillo cuchillo criollo, con hoja enteriza de acero al carbono, de 18 cm de largo y 2,9 mm de espesor, con señales de haber sido lijada groseramente con banda de lija gruesa para retirar oxidación. Largo total 295 mm. Cachas de una madera bastante vistosa no identificada, bolsters de alpaca sujetos por remaches.
Nunca se me había ocurrido pensar que tenía un cuño, porque las marcas del lijado parecían haber borrado todo. El hecho es que en esta oportunidad me dediqué a mirar con más cuidado utilizando una lupa, y ahí apareció muy difusamente, el marcaje de un 8, lo que anuncia con casi total seguridad un origen francés, como ya veremos.
Van las fotos,
Les copio algo sobre estos cuchillos tomado del libro “Dagas de plata”, del maestro Domenech.
Cuchillo de campo
Con este nombre nos referimos a un tipo de cuchillo bastante difundido en nuestro medio, al cual queremos distinguir del puñal criollo, por carecer del botón forjado que caracteriza a este último.
Según parece, estos cuchillos aparecieron en nuestro medio aproximadamente hacia los años 20 del siglo pasado y fueron importados hasta 1950 aproximadamente, procedentes de Alemania, Francia e Inglaterra. Efectivamente, se han hallado cuchillos que responden a esta configuración con marcas tales como Boker, Herder y Rodgers. También con marcas menos conocidas, como Guanaco, Gacela o Fontana y aún con marcas de armerías rioplatenses como Juan Canedo en Bs As. o Broqua & Scholberg en Montevideo, seguramente fabricados por alguna de las grandes fábricas antes mencionadas pero grabadas en origen con el cuño de la casa importadora.
Todos estos cuchillos se podían obtener en distintos tamaños de hoja y respondían aproximadamente al mismo diseño con muy ligeras variaciones.
Las hojas poseen forma lanceolada, similar a la de los puñales criollos, pero fabricadas con su espiga completa integral, por lo cual, para su encabado se les colocaban dos cachas laterales, remachadas a la espiga. Estas cachas podían ser de madera, hueso o ciervo, incluso algún tipo de fibra.
Una característica común y definitoria es que entre la hoja y las cachas poseen un falso botón de alpaca o bronce, compuesto por dos piezas laterales remachadas a la espiga.
Se trata de cuchillos muy sencillos y sumamente prácticos para su uso diario, tanto en el campo como en la ciudad y muy difundidos en su época, a juzgar por la cantidad y diversidad de ejemplares sobrevivientes y su figuración en los catálogos de época.
A pesar de su forma, es una variante más emparentada con la cuchilla que con el puñal criollo.
Con la primera comparte el encabado, compuesto por dos cachas de madera, asta de ciervo o hueso, sujetas por remaches a una espiga completa. Del segundo difiere por no poseer botón forjado. Es interesante notar que, por su construcción – que incluye un falso botón o virola (y a veces un pomo) generalmente de bronce o alpaca, compuesto por dos piezas remachadas a cada lado de la espiga, el cuchillo de campo es el tipo más cercano al antiguo cuchillo flamenco con el cual comparte esas características y la forma lanceolada de su hoja.
Espero que les haya gustado
Un saludo,