Bueno, continúo con la parte final de esta historia dedicada al amigo Félix que ha tenido la amabilidad de dejarme sus saludos al pié:
Inmediatamente, como movida por un resorte, la prensa de la URSS y los periódicos afines de todo el mundo, que hablaban al dictado del Kremlin, iniciaron una campaña violentísima contra Finlandia. Cómo es posible que los finlandeses mostrasen tal obstinación frente a unas demandas razonables, justas y ecuánimes?. No comprendían los finlandeses – apuntó Pravda (órgano oficial del gobierno soviético) que podían correr la misma suerte que Polonia?.
Los titulares de la prensa rusa anunciaban en todos los tonos que los finlandeses se disponían a atacar la patria del proletariado.
El paso que daría a continuación la URSS ya podía preverse : acusó a los finlandeses de disparar contra las patrullas fronterizas soviéticas. Los finlandeses se negaban a retirar sus tropas de la frontera, si los rusos no hacían lo propio. Las negociaciones quedaron interrumpidas el 13 de noviembre. El 28, el Kremlin denunció el pacto de no agresión con Finlandia de 1932.
Dos días después, la aviación rusa comenzaba a bombardear Helsinki y Viipuri.
La estrategia soviética había previsto la invasión de Finlandia por cinco puntos en el norte, centro y sur. Una columna avanzó hacia Petsamo, por el norte. Una segunda columna recibió por misión la captura del ferrocarril que unía a Kemijärvi con Torneo, población de la frontera sueca.
La tercera tenía que atacar Suomussalmi, para cortar a Finlandia en dos. La cuarta iniciaría una ofensiva a orillas del lago Ladoga para rebasar la Línea Mannerheim. Y la quinta tenía que atacar de frente esta línea fortificada. Si todo se desarrollaba conforme al plan previsto, Finlandia sería una fácil presa y el mundo tendría que aceptar de nuevo un hecho consumado, antes de que se pudiese adoptar ninguna acción para impedirlo.
Pero la Sociedad de las Naciones actuó con sorprendente celeridad. Aunque el Kremlin envió una nota al alto organismo internacional comunicándole que no se hallaba en guerra con Finlandia, el 14 de diciembre la URSS fue expulsada de la Sociedad, por su acto de agresión, siendo el único estado expulsado de ese modo al no considerarlo digno de pertenecer a ella.
El secretario de la Sociedad autorizó a todos los países miembros a enviar ayuda a los infortunados finlandeses. La expulsión, por cierto, no produjo el menor efecto en los soviéticos.
Mientras tanto, desde el 1° de diciembre se había constituído un “Gobierno popular finlandés” en la frontera soviética, bajo la presidencia de Otto Kuusinen, un finlandés que había vivido veinte años en el exilio, principalmente en la Unión Soviética. El “gobierno” de Kuusinen proclamó su fidelidad a la URSS, como era de esperar.
Pero los valerosos finlandeses no se sentían en absoluto obligados a jurar lealtad a Moscú. El mundo entero se quedó pasmado ante la destreza y el heroísmo que desplegaron en su defensa. Nadie había supuesto que sucedería tal cosa.
Era la lucha de David contra Goliat. Más de 100.000 rusos irrumpieron en la pequeña nación para verse rechazados por un puñado de heroicos defensores. Los extraordinarios soldados finlandeses aniquilaban divisiones enteras y obligaban a retroceder a las restantes hacia la frontera que habían cruzado. Lucharon hasta que su resistencia llegó a lindar con la locura y el suicidio. Pocas veces ha registrado la historia una defensa más enconada y valerosa.
Como cabe explicar el grave revés sufrido por los rusos?
T26 soviéticos en Finlandia
Tiradores finlandeses
Hay que achacarlo principalmente a su engreimiento e ignorancia. Los primeros soldados soviéticos que cruzaron la frontera iban cargados de folletos de propaganda, manifiestos, pendones y banderas. Otros avanzaban detrás de las bandas militares, convencidos de que serían recibidos como los “liberadores de la opresión capitalista”. Muy pocas veces unas fuerzas invasoras se han visto desengañadas con mayor rapidez.
Mal adiestrados, inadecuadamente aleccionados, los rusos no se hallaban preparados para una larga campaña invernal en medio de los 65.000 lagos finlandeses y de la furiosa resistencia de los hijos de Suomi.
De manera inexplicable, los generales soviéticos no protegieron sus líneas de comunicaciones. Apenas existía coordinación entre los cinco cuerpos de ejército invasores, que de una manera imprudente y temeraria trataban de realizar una inmensa maniobra envolvente en condiciones meteorológicas altamente desfavorables.
Los finlandeses, por su parte, contaban con la ventaja de sus líneas interiores. Con la mayor astucia, atacaban ora una columna, ora otra. Las patrullas de esquiadores finlandeses, armados hasta los dientes, con uniformes blancos que les permitían confundirse con el paisaje nevado, se infiltraban silenciosamente entre las líneas del enemigo.
Así tendían emboscadas a los invasores, abrían trampas para los tanques rusos y volaban puentes con dinamita. Centenares de rusos perecieron apuñalados por un silencioso enemigo en medio de las tinieblas árticas.
Cedamos la palabra a un testigo presencial:
- El desastre ruso sobrepasó todo lo imaginable. Durante seis kilómetros y medio, la carretera y el bosque estaban sembrados de cadáveres de hombres y caballos, tanques destrozados, cocinas de campaña, camiones, cureñas, mapas y prendas de vestir. Los cadáveres, helados, eran tan duros como la madera petrificada y su tez tenía un color caoba. Algunos estaban amontonados sin orden ni concierto, como una pila de basura, cubiertos únicamente por el piadoso manto de la nieve, otros aparecían apoyados en los árboles en actitudes grotescas. Congelados, todos permanecían en la postura en que la muerte les había sorprendido.
A finales de 1939, los ejércitos soviéticos se habían desangrado en una lucha inútil. Ninguna de las cinco ofensivas rojas había alcanzado sus objetivos.
Stalin no había supuesto ni por asomo que sus tropas hallasen tan feroz resistencia. Aquello le planteaba una desagradable cuestión. Cómo podría meter en cintura a aquellos díscolos finlandeses, que al fin de cuentas constituían una operación secundaria, sin revelar al mundo las últimas armas e inventos soviéticos?.
El zar rojo tenía que arriesgarse. Puso al general Grigori Stern, un enérgico militar, y al mariscal Timoshenko al frente de las operaciones. Envió a Finlandia sus tropas escogidas, su mejor artillería, sus pertrechos más modernos. Hizo cesar los ataques por las nevadas y ariscas regiones del norte, ordenando una ofensiva frontal contra la Línea Mannerheim. Concentraría una abrumadora masa de infantería, artillería y aviación soviéticas para atacar a los finlandeses en su punto más fuerte y aplastarlos con su superioridad.
La atención del mundo se concentró en la tragedia que se desarrollaba en el territorio de la pequeña república del Báltico. Muchos países enviaron víveres, medicamentos e incluso material de guerra para los heroicos finlandeses. Italia envió aviones, que fueron detenidos al atravesar Alemania.
Afluyeron voluntarios de las cinco partes del globo. En los EEUU los finlandeses eran objeto de de grandes muestras de simpatía, pues Finlandia se había hecho acreedora al respeto de los norteamericanos al pagar hasta el último dólar de sus deudas pendientes con Usa.
El presidente Roosevelt se refirió a Finlandia diciendo que era una nación tan infinitésimalmente pequeña que no podía causar ningún daño a la Unión Soviética. La obra teatral de Robert Sherwood “No habrá noche”, un retrato lleno de simpatía hacia los finlandeses que luchaban contra Rusia, obtuvo el premio Pulitzer en 1941.
La actitud de Gran Bretaña y Francia no dejaba de tener cierta importancia. En febrero de 1940, ambas naciones estaban a punto de declarar la guerra a la Urss. Un cuerpo expedicionario franco-británico de 100.000 hombres se hallaba dispuesto a acudir en ayuda de Finlandia, pero Suecia y Noruega – si bien no ocultaban sus simpatías con la pequeña nación, -se hallaban intimidadas por las amenazas rusas y negaron el paso por su territorio de las tropas aliadas.
El resultado era previsible e inevitable, el poderío militar soviético se impuso a los finlandeses en la proporción de 50 a 1. A fines de febrero, la artillería soviética lanzó unas 300.000 granadas en un período de 24 horas sobre las fortificaciones de hormigón de la Línea Mannerheim. Fue la mayor concentración artillera desde Verdún en 1916.
El 11 de marzo, las tropas rusas atacaron el puerto de Viipuri. Al día siguiente, mientras Gran Bretaña y Francia negociaban con Noruega y Suecia el paso de sus tropas con destino a Finlandia, un representante finlandés fue a Moscú para conocer las condiciones de Stalin.
Aquel trágico día de marzo fueron muchos los finlandeses que prorrumpieron en amargo e incontenible llanto, abrumados por el dolor.
Una semana después se procedió a la firma del tratado de paz.
La Unión Soviética impuso unas condiciones aún mas severas que las anteriores. Finlandia tuvo que ceder a Rusia todo el istmo de Carelia juntamente con Viipuri, la segunda ciudad de Finlandia. Además tenía que entregar las orillas occidental y septentrional del lago Ladoga con las ciudades que se asentaban en ellas. Este lago – el mayor de Europa – quedaba así situado en su totalidad dentro de las fronteras de la Urss.
Finlandia aún perdía otras parcelas de su territorio : las islas del golfo de Finlandia, un triángulo de tierras situadas al nordeste de la región de Salla y parte de la península de Rybachi, suficiente para permitir a Rusia ejercer su dominio sobre el puerto ártico de Petsamo y las minas de níquel adyacentes.
Tuvo que consentir en la cesión de la península de Hangö durante treinta años, y finalmente Rusia obtuvo el derecho de construír un ferrocarril a través de Finlandia hasta la frontera sueca.
A consecuencia de ello, Finlandia se vió obligada a ceder a la Urss 41.438 k2 de su territorio nacional, cuya población se aproximaba al medio millón de almas. Las regiones recién incorporadas a la Urss no tardaron en ser organizadas bajo la fórmula soviética, convirtiéndose en la República Socialista Soviética Fino-Carelia, pasando a ser otra de las repúblicas federadas de la Unión Soviética.
Pero más de 400.000 finlandeses de aquellas regiones se negaron a vivir bajo la dominación soviética y, recogiendo sus efectos personales, emprendieron la marcha hacia la nueva frontera para reintegrarse al seno de la madre patria.
Los altivos finlandeses habían pagado un precio muy elevado, pero al menos sentían el orgullo de haber preservado su independencia. Los rusos habían tenido la satisfacción de conseguir sus demandas, pero también habían tenido que pagar por ellas un precio muy alto. Habían muerto 25.000 finlandeses, pero 200.000 cadáveres rusos yacerían para siempre en Finlandia.
Los soviéticos habían sufrido una humillación ante la opinión pública , pero el silencioso jugador de ajedrez del Kremlin nunca había demostrado que le importase demasiado esa opinión. Se consolaba al pensar que su posición estratégica había salido muy reforzada y que había incrementado sus fuerzas defensivas ante un ataque occidental.
Pero esto no iba a quedar así, porque en junio de 1941 los finlandeses se lanzaron a la reconquista de sus tierras aprovechando que Alemania había atacado a Rusia (Op. Barbarroja), en lo que se ha llamado la “Guerra de continuación”, pero eso ya es otra historia…
Fin
Un saludo.