CLASIFICADOR 1 escribió:
Una navaja interesantísima: 2 hojas, un sacacorchos, cuerno, virolas, y una marca extinta desde hace casi 80 años.
A la espera de esas aventuras del Zorro del Desierto quedamos Juan.
Muy agradecido por tu presencia y comentarios Carlos!! celebro que te gustado la pieza y enseguida comenzamos con la historia - que significó para Rommel la designación de Mariscal de Campo.
Antes de comenzar quiero compartir con uds. una rara foto que encontré navegando la web - se trata de Rommel en sus años jóvenes con un zorro en la falda - foto profética si las hay, habida cuenta del nombre que recibiría posteriormente de "Zorro del Desierto". Es notable el trabajo del artista que diseño el estilizado cuño Fuchskopf - tal como se puede ver en la foto.
Bueno Carlos, prepárate porque vamos a participar del ataque final del Afrika Korps a la fortaleza de Tobruk, siguiendo el hilo del relato del ayudante de campo de Rommel , Tte. H. Schmidt:
Aquellos días de junio de 1942 en el desierto eran calurosos, aunque las noches y las madrugadas resultaban más bien frías. Ninguna más fría, sin embargo que la del 19 al 20 de junio. Sería quizá la excitación contenida la que motivaba los frecuentes escalofríos?. La noche, salvo explosiones aisladas estaba tranquila, pero dentro de pocas horas se armaría el zafarrancho.
Grupos de figuras agazapadas se arrebujaron entre mantas de lana en el fondo de un pequeño barranco en El Duda. Casi ninguno hablaba o lo hacía en voz muy baja, como si el enemigo que estaba a un par de kilómetros pudiera oírles. Aquel murmullo absurdo e impertinente era característico de las conversaciones antes de una batalla.
Cerca de cada grupo formado por zapadores y secciones de asalto de infantería descansaban las armas y otros ingenios recibidos durante el día, granadas de mano, detectores de minas, lanzallamas etc….
Faltaban unos minutos para la hora cero.
Quedaba poco tiempo para pensar, especialmente para cuantos ya habían tomado parte en abril y mayo del año anterior en los inútiles asaltos a la casi odiada fortaleza.
Sin embargo éramos más optimistas ahora que el año pasado – tal vez por sospechar – como en efecto era – que Tobruk no podía estar tan bien preparado como en 1941, quizá también desde que conocía a fondo el frente de Tobruk había considerado El Duda como el mejor punto de partida para un ataque.
Mis pensamientos se volvieron a los comienzos de abril de 1941, cuando Rommel durante una visita al sector, me ordenó incorporarme a una patrulla nocturna. Hundt, experto oficial de la V División ligera y yo acompañados por tres hombres que manejaban los detectores de metales, exploramos en silencio la posición en que ahora nos encontrábamos y los alrededores.
Después de una caminata de varias horas regresamos a las trincheras avanzadas, que con gran sorpresa nuestra, encontramos desocupadas.
Antes del amanecer nos arrastramos mas al Norte, en dirección paralela a la carretera de Bardía. A Rommel le interesó mucho el informe, aunque no pudo aprovecharlo por no estar todavía preparado para organizar una operación, así que la gran utilidad de aquella patrulla nocturna fue para mí, pues ahora conocía perfectamente el terreno…
¡ Preparados ¡!
La orden corrió por toda la línea. La medianoche acababa de pasar, se apagaron los cigarrillos, las oscuras sombras se incorporaron, las armas y equipos repiquetearon chocando unos con otros. Subimos a los vehículos y marchamos un rato con grandes precauciones hacia los objetivos señalados. Echamos pie a tierra y seguimos a pie los últimos metros con los ojos bien abiertos y los oídos alerta. A la derecha en el firmamento, brillaba la estrella Polar.
Los detectores de minas fueron puestos en funcionamiento, pero no señalaron la existencia de ninguna que pudiera interrumpir nuestro avance. Algunas conchas marinas – reliquias de la remota edad en que el Mediterráneo se extendía sobre la llanura del desierto – crujían traicioneramente bajo nuestras botas.
La infantería, siempre en silencio, tomó posiciones. Bajo la protección de nuestros cañones, un grupo de zapadores avanzó hasta las alambradas. En medio de un silencio de muerte, cortaron cable por cable, inutilizaron varias minas y volvieron a donde los demás estábamos echados de bruces y esperando a que amaneciera para entrar en acción. A corta distancia se oyó el tactactac de una ametralladora Vickers, seguida por una ráfaga mas corta pero mas rápida de una ametralladora alemana, las tropas de asalto de nuestro flanco debían haber entrado en contacto con el enemigo.
La incierta luz del alba resplandeció en el cielo. El día nació y nuestros cañones empezaron a actuar, primero aisladamente, luego con creciente intensidad escupían fuego sobre el ejido de Tobruk. Los primeros proyectiles cayeron solamente unos metros delante de nosotros.
La seguimos..
Un gran abrazo